Tras ganar el derecho a ser anfitrión de la Copa Mundial de la FIFA 1950, Brasil quiso demostrar que podía rivalizar con las grandes naciones futbolísticas de Europa. La respuesta fue el Maracaná, diseñado para albergar a casi 200.000 espectadores, lo que lo convierte en el mayor estadio de Brasil y uno de los mayores jamás construidos. La construcción comenzó en 1948, dirigida por los arquitectos Paulo Mendes da Rocha, Miguel Feldman y los colaboradores de Oscar Niemeyer. Era un símbolo de ambición, orgullo y unidad nacional.